Tosía esforzada, la muñeca se apretaba con virulencia a su cuerpo llevándola a una eminente perdida de conciencia. Pero instante ante de que esto sucediese la mujer se tiró al suelo quedando sobre la muñeca, sintió un dolor agudo y desgarrador cuando sus manos se quebraban y recobraba la libertad de movimiento.
Se tumbó al lado de Tristeza para recobrarse, entendió que la mala experiencia se debería a la aspiración de algunos aceites y componentes del material que minutos antes estuviese organizando en el almacén.
¿Cómo pensar que el contacto con una simple muñeca podría provocar tales consecuencias? Pero cuando algo dentro de ella le obligó a mirar de reojo a Tristeza con cierto pavor, le pareció que la porcelana ya no se veía tan deteriorada, sonrió pensado que se le desbordaba la imaginación.
Entre la escoba y el recogedor atrapó a Tristeza y la depositó en un pequeño sillón de juegos de color carmesí. Un irracional instinto de supervivencia motivaba su comportamiento llevando sus actos lejos del contacto con la muñeca.
6 comentarios:
¡Vaya me adelanté en el comentario de antes, jajaja!
Bueno veremos como acaba la muñeca...
Lo estoy dividiendo en paginas/partes porque parece que a veces si ven una entrada muy larga como que se retraen…
De esta forma facilito la lectura y tengo más entradas. ¡jajajaja!
si me uno a silvia a ver como acaba...
besitossss
que extraño relato, una muñeca triste!!
me encanta este cuento!!!!espero leer mas ,por q me tiene fasinada.....
¿pero al final qué pasó con tristeza?
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