2ª parte TRISTEZA

El estante en el que reposaba se le hacía grandioso pues sola quedaba, allí, postrada, remesa tras remesa, acumulando polvo, preguntándose con extrañeza ¿qué le hacía tan diferente?, pues contaba con largos cabellos, brazos, piernas, un vestidito gris, unos zapatitos negros, y no era grande ni pequeña; lo justo para una muñeca de compañía, de las que miman las niñas y duermen con ellas.
Cuando el dueño se marchaba al taller, ella, se bajaba con sumo cuidado a mirarse en el espejo de un coqueto tocador de color marfil, con pequeñas rosas de pitiminí y lacitos celestes, pero el tocador cambiaba a las tonalidades del más apagado gris apenas se iba acercando, al igual que todo lo que se encontraba en su entorno más cercano, se diría que absorbía el color o los contagiaba del suyo, volviéndolos oscuros y fríos; aunque esa reacción solo la percibían los juguetes, que por temor , rechazaban tener relación, y no era visible al ojo humano.
El corazón de trapo blanco y esponjoso de Tristeza se fue ennegreciendo como el hollín según pasaba el tiempo y, la porcelana grisácea de su faz agrietando mostrando una vejez prematura impropia de una muñeca de sus características.
Su creador fue recuperando la ilusión por la vida y reanudando la continuidad de ésta con una mujer de mediana edad de rizos dorados y voz agraciada. La nueva esposa le propuso ocuparse de la tienda de regalos mientras el viajaba a convenciones para informarse de las últimas novedades.

3 comentarios:

Marina-Emer dijo...

pues mira eso me pasa a mí hoy tengo mucha pena y en definitiva del todo no se de lo que es.
besos
Marina

Anónimo dijo...

Pues yo si la hubiese visto me la hubiese llevado, ¡fijo!Allí la iba a dejar... pobrecita.
Continuará...¿no?

Besos

Max dijo...

Pues no creo que te la llevases , ya me hubiese encargado yo ¡¡jajaja!!, si continua…

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